Benedicto XVI: ¿Espiritualidad u Ostentación?

No resulta extraño, porque a lo largo de la historia siempre ha sido así, que la iglesia católica se alíe con el poder y haga ostentación de él, pero en esta ocasión, con la visita del Papa a Madrid en un momento en el que el planeta se tambalea económicamente  y miles de personas mueren cada segundo de hambre, aún parece más reprobable. Empresas de alto nivel económico, (entre ellas esos bancos que generan millones de euros en ganancias y que se mantienen impertérritos ante el hecho de que  familias que han perdido su empleo  pierdan sus casas), no dudan a la hora de donar parte de ese capital a su iglesia. Es posible que este gesto de generosidad nazca desde su fe más absoluta, pero también es posible que tenga algo que ver el hecho de que podrán desgravarse todo lo donado, por haberse declarado este acontecimiento de “extraordinario interés público”. Evidentemente, que millones de personas mueran de hambre, ni es “extraordinario”, ni es de “interés público”, así que sus conciencias no tienen porque perturbarse en absoluto.

Pese a todo ello, la preocupación más destacable de la visita de Benedicto XVI a Madrid, no es quién la paga o no la paga, que también, sino la cantidad ingente de gasto que esa visita va a ocasionar y que, parece ser, ronda los 50 millones de euros. Tengo la impresión de que la iglesia católica ha olvidado, una vez más, uno de los preceptos básicos de su doctrina: “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Anda, vende todo lo que tienes… y dalo a los pobres (Marcos 10,21)”. Dentro de la iglesia sólo algunos valientes, sacerdotes de parroquias sin recursos y cristianos de base, se han atrevido a ser críticos y a alzar la voz para decirle a Su Santidad que el lugar de la iglesia no está junto a los poderosos, sino junto a los pobres.

Hay otras cifras que retumban en los oídos: 10.000 policías desplegados para cuidar de la seguridad; 14.000 casullas y 1.000 mitras para vestir a sacerdotes y obispos; 200 confesionarios para que, quienes han pecado, se confiesen y obtengan el perdón de dios… y así un largo etc. Pero eso sí, el Papa, en su extrema generosidad, ha autorizado, de forma extraordinaria, que se levante la excomunión a todas las mujeres que hayan abortado y se arrepientan de ello. No sé el número de ellas que se arrepentirán, pero estoy segura de que para ninguna fue una decisión fácil y que, sin duda, hubieran preferido en su día una mano amiga que las ayudara a criar a sus hijos, antes que el “regalito” de quitarles la excomunión.

Benedicto XVI es, según la iglesia católica, el representante de Dios en la tierra, pero igualmente es, y de ello tenemos muchísima más constancia porque no es cuestión de fe, la cabeza de la cúpula de una iglesia que es, asimismo, un entramado económico. Con una mano piden limosna para los pobres, hacen gestos enviando a sus miembros más humildes a trabajar con la gente necesitada y, con la otra, acumulan patrimonio, incluso de forma altamente sospechosa (ver artículo del 13.08.11, en elpais.com), para que sus miembros más destacados vivan en la “espiritualidad” del lujo y la opulencia. Aún no he visto a ningún jerarca, sea obispo, arzobispo, cardenal, o incluso Su Santidad, con las ropas raídas y las manos desnudas de oro.

En un mundo como el que vivimos, donde las desigualdades sociales son cada vez mayores; donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres; donde según el continente en el que hayas nacido, comes 3 veces al día o ninguna, cuesta creer que las palabras que el Papa pueda pronunciar ante sus jóvenes seguidores, justifiquen ese derroche de dinero. No puede ser que el sexo fuera del matrimonio sea pecado, que el utilizar preservativos sea pecado, que el que dos personas del mismo género se amen sea pecado… y que no lo sea dejar morir de hambre a medio planeta, y si lo es, resulta difícil entender que un millón de jóvenes jaleen a un hombre, por muy Papa que sea, con un coste de 50 millones de euros. Dinero que, por otro lado, paliaría el sufrimiento de miles de personas.

Hubiera sido fantástico que el Papa hubiera renunciado a toda la parafernalia de su visita, convocando a todos esos jóvenes y reuniéndose con ellos por internet; hubiera sido fantástico que les recordara el mensaje final que recogen sus mandamientos: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo; hubiera sido fantástico que esos jóvenes hubieran antepuesto ese amor al prójimo a su deseo personal de ver al Pontífice y entregado el dinero que tenían destinado al viaje a una ONG solidaria; y, por supuesto, hubiera sido más que magnífico, que Benedicto XVI propusiera que el dinero que iba a costar su visita se repartiera entre los pobres. Estoy segura de que las manos del mundo se hubieran alzado, al unísono, para aplaudir el mensaje. Lamentablemente no ha sido así y todo continúa según lo previsto. Me tranquiliza saber que Rouco Varela ha dicho algo así como que «si encima, todo esto es para hacer el bien, estaremos encantados de hacerlo». ¡Impresionante!

Un comentario en “Benedicto XVI: ¿Espiritualidad u Ostentación?

  1. Escribes muy bien, ENHORABUENA.

    M ha gustado mucho q recuerdes , la síntesis d la religión cristiana. Amar a dios ……………. Y al prójimo como a ti mismo, otro día reflexionaremos sobre este tema, para eso va bien el correo

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